viernes, 19 de febrero de 2016

"La amortajada", de María Luisa Bombal


Mi abuela materna está en deuda conmigo. Hace un par de años atrás guardaba en una caja de cartón enorme muchos libros, tantos que ni siquiera daban ganas de buscar, porque la mayoría estaban atiborrados por el polvo y las páginas se escapaban de ellos. O también, porque arriba estaban los libros con títulos menos llamativos, “historia de chile, tomo I” o “Martín Rivas”. Sin embargo, a pesar de estar colapsada aquella caja, siempre intentaba encontrar algo que cautivara mi atención, tarea de la que me aburría en segundos por las arañas, el polvo, los libros en mal estado y los autores tan desconocidos.

jueves, 11 de febrero de 2016

"Travesuras de la niña mala", de Mario Vargas Llosa


Descubrí a Mario Vargas Llosa cuando iba en segundo medio (año 2013), en las repisas de una biblioteca, intruseando. Después de que mi profesor de historia se percató de que me gustaba su autor favorito, comenzó a darme mini charlas de literatura minutos antes de que acabara su clase, incluso recuerdo que a veces gastaba minutos previos de que las comenzara, hablando conmigo. Me contaba historias de la vida de algunos autores que él consideraba excelentes en la materia, y también de lo que trataban algunos libros de ellos.

lunes, 2 de marzo de 2015

J A G T E N


La caza, Cacería, the hunt o jagten (nombre original en danés). La vi por primera vez cuando tenía 14 años, faltaba poco para las vacaciones de invierno, entonces me volví adicta a cuevana, en donde escogía siempre las películas más desconocidas y luego se las comentaba a mis compañeras de curso más cercanas, las que, claramente no las conocían.

sábado, 28 de febrero de 2015

"Tokio blues", de Haruki Murakami


Me terminé "Tokio blues" estando fuera de Santiago. En las tardes, que era el momento más vacío del día, tomaba el libro para entretenerme durante un rato, y así esperaba a que saliera algún panorama por ahí, junto con los jóvenes que compartía las vacaciones.

viernes, 27 de febrero de 2015

¡Hey! ¿Por qué "gliglicianos"?


En el capítulo 68 de "Rayuela", Julio Cortázar juega con el lector inventando una nueva forma de poder comunicarse entre enamorados, con sustitución de nombres del acto sexual y, principalmente que aísla del mundo a quien se transmite de esta forma.