jueves, 11 de febrero de 2016

"Travesuras de la niña mala", de Mario Vargas Llosa


Descubrí a Mario Vargas Llosa cuando iba en segundo medio (año 2013), en las repisas de una biblioteca, intruseando. Después de que mi profesor de historia se percató de que me gustaba su autor favorito, comenzó a darme mini charlas de literatura minutos antes de que acabara su clase, incluso recuerdo que a veces gastaba minutos previos de que las comenzara, hablando conmigo. Me contaba historias de la vida de algunos autores que él consideraba excelentes en la materia, y también de lo que trataban algunos libros de ellos.

Si el día de hoy me preguntan qué aprendí de él, puedo decir con mucho gusto que no solo me enseñó acerca de literatura, porque meses antes de salir del colegio me sentaba al lado de él para contarle mis problemas y, con una paciencia enorme me escuchaba, para luego aconsejarme. Tenía ya sus años encima, era un hombre con bastante experiencia y creo que eso me llevó finalmente a verlo como al abuelo llenísimo de historias y cercano a mi que siempre quise tener.


El día en que llevé por primera vez una obra de Vargas Llosa, fue este libro, "travesuras de la niña mala", y se maravilló tanto que de inmediato comenzó a decirme el porqué era su autor predilecto y qué era lo que tanto lo diferenciaba del resto. Claramente no he leído a tantos autores como él, pero puedo decir que la magia, dedicación y el trabajo que tiene este autor peruano con cada uno de los personajes, además de cómo analiza previamente las historias para darles un buen contexto a ellos, lo elevan inmediatamente, lo que se respalda fácilmente al haber ganado el premio Nobel el año 2010.

Esta no es la típica historia de amor, en donde la pareja no puede estar junta, y tampoco ser feliz hasta cuando el libro está terminando. Si durante toda una vida les enseñan a las mujeres lo malvados, fríos y calculadores que pueden llegar a ser algunos hombres, aquí se revierte aquello, y ahora se demuestra que la mujer puede llevar a una vida de martirio sentimental a cualquier hombre que la desee emocional y carnalmente.

Ricardo Somocurcio se enamora cuando era joven en el Perú, de la mujer que lo atormentaría para toda su vida, "la niña mala". Ella se hizo pasar toda su existencia por distintas personas, nunca le reveló directamente su identidad a Ricardo e incluso lo hizo sufrir incontable veces yendo y viniendo a sus brazos como si nada. No importaba con quien estaba casada ella, o si él intentaba conformar una vida amorosa con otra mujer, ella siempre aparecía para revolotear su vida y también su corazón.

No era la típica mujer que se va, conoce a otros hombres, vive un momento con ellos y luego vuelve a los brazos de su amado. Lo que ocurre aquí, es que ella busca hombres con bastante dinero, puesto que era muy codiciosa, y Ricardo era su fiel amante, aunque no precisamente por amor, sino para sentirse verdaderamente amada. Incluso, cada vez que se reunían, Otilia le pedía a él que le dijera alguna huachafería.

Ricardo trabajaba como traductor, no tenía grandes lujos y tampoco podía regodiarse mucho de placeres, así que no era de gran interés para ella si no podía tener los lujos que quería. Sin embargo, siempre volvía a él, para cualquiera de sus travesura, como si necesitara de un poder carnal fijamente establecido en las tantas palabras románticas que emitía este hombre, para así, de cualquier forma posible, lograr que ella se estableciera definitivamente con él y abandonara toda vida extravagante que otro hombre podía brindarle.

Si fuera posible plantear esta situación en un marco real, no podría entender a un hombre que se enamorara perdidamente de una mujer y que a pesar de todas las locuras que ella pueda cometer, y de lo quebrado que mantiene su corazón a lo largo de todo el tiempo, si lo llena de inseguridad y malos ratos, no puedo entender que él siga enamorado, e incluso pierda la cordura por el abandono de ella. No puedo comprender cómo alguien puede dedicar sentimientos tan potentes a alguien que en ningún momento ha procurado cuidarlos.

Siempre he pensado que para que una persona a uno le guste, tiene que reunir una serie de aspectos preestablecidos personalmente. Quizá no de manera voluntaria, pero sí todos sabemos qué es lo que nos puede llamar la atención de la persona que nos parece guapa y que va caminando delante tuyo. Ahora bien, el listado de Ricardo debió haber sido muy breve, pero potente al quedar tan maravillado con una mujer así. Lo que me lleva a pensar que ella le daba la gota de adrenalina a su vida, y de la que carecía constantemente, y es por esto que siempre estaba necesitando su regreso.

De todos modos, el final puede volver a su lugar todo pensamiento negativo que a una persona le puede nacer contra este personaje tan malicioso, como lo es el de "la niña mala". Aunque a pesar de esto, queda en la duda si su actuar es el de una persona verdaderamente arrepentida de sus errores, o si lo hace todo por altruismo, lo que no sería más que otro suceso jocoso dentro de sus travesías.













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